Durante los últimos días del ominoso año 2020 Netflix lanzó un estreno esperado con mucha ansia: Death to 2020, el falso documental (mockumentary) que resume los acontecimientos de este convulso año y graba la lápida que adorna su tumba.
Charlie Brooker y Annabel Jones (creadores de Black Mirror) traen este contenido lleno de sarcasmo e información pseudo-verídica como producto de entretenimiento, pero a diferencia de su aclamada serie, en esta ocasión buscan la sutil risa retrospectiva.
A lo largo de este intento de documental se resume principalmente el punto de inflexión que ha supuesto la epidemia del COVID-19, los confinamientos a nivel mundial y, sobre todo, uno de los procesos electorales de Estados Unidos más convulsos de los últimos lustros.

Pasando por las primeras gripes de Wuhan, el avance irrevocable, no sólo de la bacteria corona-mórfica, sino de los confinamientos internacionales causados por la conocida epidemia que llevan detrás de sí, como un jinete del apocalipsis que va seguido por otro causando sus respectivos estragos.
Y sin poder olvidar la guerra abierta entre defensores y detractores de la novedosa red 5G, y las investigaciones y estudios que han acarreado acerca de sus perniciosas consecuencias para la salud y sus virtuosos efectos sobre nuestra navegación web.
Este documental promete ser una huella petrificada que nos permitirá rememorar en unos años este penoso ciclo, tal vez, con una satisfactoria carcajada, ante el final triunfo de la humanidad, unida ante esta kafkiana situación.
Ahora, el fenómeno que hoy venimos a abordar se sitúa justo en los créditos finales de la cinta: los varios actores de renombre que forman parte del documental empiezan a recitar páginas omitidas del guion original, las cuales encierran un destacable Easter Egg.

Nombres mundialmente conocidos como Samuel L. Jackson o Hugh Grant, nombres que la plataforma Netflix ha lanzado al conocimiento popular como Tracey Ullman o Joe Keery, o actrices que tienen nuestro cariño por sus icónicos papeles como Lisa Kudrow o Christin Milioti.
Todos leen posible futuros apocalípticos que el equipo de guionistas de Netflix se precipita a vaticinar sin que les tiemble el pulso, en plena época de incertidumbre ante el comienzo del proceso de vacunación de la epidemia del COVID, sin que nadie sepa a ciencia cierta adónde nos va a llevar esto.
La epidemia de los vaticinios
El mockumentary hace alusión a que nadie sabía como nos afectaría la vacuna o que el futuro presidente Harris terminaría por desvelar su malvado plan.

La epidemia del COVID es bien sabido que fue creado como una evolución de la gripe en un laboratorio de Wuhan. El Gobierno chino ocultó la manipulación y posterior diseminación de este nuevo virus hasta que era demasiado tarde, y ha quitado de en medio a cualquiera que haya intentado crear una cura.
Si el Gobierno chino creó una epidemia para desestabilizar la situación económica mundial y hacerse progresivamente con la deuda pública mundial para hacerse con la soberanía mundial, la vacuna es otra historia con la que intentan hacerse mesías de la sanidad internacional.
Muchos expertos amparados bajo el anonimato que proporcionan las redes aseguran que Elon Musk ha estado invirtiendo mucho esfuerzo en la nano-tecnología.

La vacuna contiene micro-chips cuya función es suprimir nuestra individualidad y poder manejarnos al indiscriminado antojo de los poderosos. Los pacientes que rechazan la vacuna, en realidad están rechazando la influencia de los chips de control.
De aquí a pocos meses, los chips estarán lo bastante perfeccionados como para anular nuestra conciencia sin que nuestro cuerpo sea capaz de actuar, y ni siquiera podremos darnos cuenta de los hilos invisibles que nos mueven, como decía Adam Smith con las fuerzas del mercado.
Estamos a tiempo de actuar, de estar alerta, de combatir la epidemia corona, pero también de hacer frente a la amenaza del control mental y la zombificación de la sociedad de la que ya hemos hablado en esta página.
Queridos preparacionistas, debemos de estar alerta para lo que pueda pasar. Debemos estar preparados.
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